miércoles, 15 de febrero de 2012

La herencia




Una visita inesperada la de tía Sara, «me pregunto a que habrá venido» viéndola ahí sentada en el salón hablando con mi marido y atendiendo a los niños en sus preguntas e interrupciones, se me hace difícil creer que hace tan solo dos meses estuviera en la sala de locos inofensivos, aunque lo de inofensivos se encargaban de repetirlo una y mil veces todas las enfermeras que nos acompañaban hasta la puerta de la sala, y por dentro siempre he pensado que «inofensivos puede… pero al fin y al cabo eran locos»

— Niños ir a jugar a vuestro cuarto, que los mayores tenemos que hablar de cosas serias— les dije a mis hijos para que nos dejaran a solas y nos pudiera explicar el motivo de su visita.

Cuando estos hubieron salido de la salita de estar, tía Sara empezó a sorber su te y mirándonos fijamente a los dos nos dijo; — Queridos sobrinos quiero anunciaros que me caso la semana próxima— supongo que con nuestra cara de asombro, le dimos la respuesta de lo que pensábamos y entonces sin ninguna nota de nerviosismo por su parte nos explicó: — Veréis queridos, en los dos años que me habéis tenido encerrada en ese maní comió con el fin de declararme incompetente para administrar todos mis bienes, he conocido al que ha sido mi medico, amigo y confidente, él ha sido quién me ha abierto los ojos para que entendiera lo que estabais intentando hacer conmigo y convencerme que mi única locura fue el haberos firmado una serie de documentos… afortunadamente un buen amigo suyo que es abogado. Apartir del lunes será mi marido, ha conseguido arreglarlo con el juez, paralizando un juicio que jamás se celebrará— se puso en pie y recogió sus guantes su bolso y me pidió que le trajera su abrigo.

— Pero tiita, como puedes pensar que nosotros… no me dejo terminar la frase—
— No hijita, yo no pienso nada, yo lo único que hago es defenderme de las dos serpientes que tengo por sobrinos— y diciendo esto, dio media vuelta y se dirigió a la puerta, la abrió y antes de salir dijo; — Es mentira queridos sólo quería ver vuestra cara al recibir semejante noticia y soltó una fuerte carcajada, mientras dejaba un sobre en la mesita de entrada antes de cerrar la puerta y salir de nuestra casa.

Corrí hacia el recibidor, pero mi marido me ganó en la carrera abrió el sobre y saco una carta con membrete de un prestigioso gabinete de abogados, la carta decía:

Por el presente ponemos en su conocimiento que su estimada tía Sara Brunete de Ribadejoyas ha sido declarada incompetente para administrar sus bienes patrimoniales, así como el dinero que pueda haber depositado en los bancos. Siendo ustedes dos sus únicos parientes vivos, se les otorgan todos los derechos y obligaciones para la administración de dichos bienes.

Por fin lo habíamos conseguido, mi marido y yo nos miramos sonriendo porque al fin se había hecho justicia, recuperaríamos la fortuna que un día por derecho y herencia hubiera sido nuestra, aunque sino hubiéramos actuado a tiempo a buen seguro que tía Sara se la hubiera lapidado con ese novio suyo — Sigue, sigue leyendo— le dije a mi marido

Naturalmente esperamos y deseamos que tarden mucho en tener que disfrutar de las propiedades, aunque están a su disposición por si ustedes desean visitarlas, les adjuntamos la llave que abre las puertas de los dos nichos en cuestión, estos se encuentran a su disposición en el cementerio municipal de Ciudad Real.

Lamentamos comunicarle que llegaron tarde para frenar la vida de despilfarro que mantuvo su tía en los últimos cinco años antes de ser recluida a petición de ustedes. Así mismo y teniendo en cuenta que al declarar a su tía incompetente para administrar los bienes, no puede ni debe vivir sola el estado les concede dos opciones de atender como es debido a la persona incapacitada. Pueden ustedes instalarla en su domicilio o bien sufragar los gastos mensuales del centro donde se aloja actualmente, cuyo importe es 1500 euros mensuales mas los extras de peluquería, excursiones y vestuario.

Sin otro particular…


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