miércoles, 15 de febrero de 2012

La visita de las Nereidas




 Cerca del faro de San Ciprián cuentan que se han divisado unas mujeres que corrían semidesnudas por la playa de poniente y que se dirigían derechas al mar, sus pies apenas rozaban la arena y en sus cabezas lucían unas lindas coronas hechas con ramas de coral, sus voces regalaban dulces melodías, imposible de reproducir por ningún ser humano. Martín, un viejo marinero juro que flotaban, pero nadie le creyó la verdad es que sus ojillos achispados por el vino peleón de la taberna de Narciso no ayudaban a creer en sus palabras.

Al viejo Martín, hijo dejaron de creerlo el día que contó como una de sus redes engancho una bella mujer, a la que ayudó a liberarla, eso y su edad avanzada hicieron que los patrones no quisieran contratarlo. En un pueblo pequeño en el que todos se conocían y trataban de ayudarse, no podían permitir que en casa de un marinero se pasaran penurias, Así es como uno de los patrones decidió darle trabajo a su hijo, que al igual que su abuelo y su padre también atendía al nombre de Martín, aunque este era muy joven para salir a la mar, pero siempre decían necesitar un grumete…  fue una forma de compensar el salario que dejaría de entrar en aquella casa.

Todavía cien años después se comenta esa noche de verano en la que el mar en calma, esperaba a las 50 mujeres que corrieron por la playa y una a una fueron entrando en sus aguas oscuras hasta desaparecer.

— Martín sabes perfectamente que eso es una historia que nos cuentan desde niños pero es del todo inverosímil que 50 mujeres semidesnudas salieran de detrás de las rocas y corrieran casi en cueros, para adentrarse y perderse en el mar — dijo María.

— Mira, te voy a decir una cosa — dijo Martín, — si mi abuelo siempre contó que él recogió a una de ellas en sus redes y su padre, mi bisabuelo también las vió aquella noche de verano, es porque pasó—

Sentados en la arena, Martín empujo a Maria suavemente sobre la arena y selló con un beso sus labios para no seguir hablando de aquella historia que contaban los ancianos del lugar, historia que él creía a pies juntillas porque aunque no lo había contado a nadie, hacía dos años que una noche sentado junto a las rocas del viejo faro, vió salir de detrás de las rocas a las 50 Nereidas corriendo o flotando por la arena en dirección al mar, se adentraron y sumergieron y la última antes de desparecer con la última ola, se giró y mirándolo a la cara le grito:

Mi nombre es Thetis, pertenezco al sequito de Poseidón y te aseguro que todos tus antepasados marineros nos vieron una vez en su vida y así será con las futuras generaciones de tu estirpe, porque las Nereidas cuidamos de los hombres de la mar, sobre todo de los hijos de aquel que un día salvó a Anfritite.

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