Esta mañana
paseando sin rumbo fijo, recorrí todos los caminos que me llevaban a la antigua
estación, allí sentada sobre lo que un día fue un banco de madera bien
barnizado, he contemplado las vías muertas y en desuso. Al observar su simetría,
tan iguales en todos sus aspectos y me
he dado cuenta del símil de nuestras vidas con los raíles de acero.
Las
construyeron para vivir en pareja y siempre fueron en paralelo, la una al lado
de la otra, aunque de antemano todos sabían que nunca se unirían en estrecha
relación porque de lo contrario su funcionalidad dejaría de tener sentido ya
que los trenes tienen ruedas a ambos lados, construidas también en paralelo y
separadas por la misma distancia que tienen las vías.
Paradojas
del destino, tu y yo también estamos separados por la distancia y nuestras
vidas transcurren paralelas como las vías del tren, salvo que las circunstancias
son diferentes, ya que nuestras vidas pueden cruzarse en cualquier momento solo
hace falta que el destino actúe y dejaremos de ser dos almas paralelas. Por el
contrario también podemos forzar el acontecimiento y cruzar el espacio que nos
separa, nada nos lo impide salvo la voluntad de hacerlo.
Cuando
empecé a escribir este micro relato, no tuve en cuenta que ya existen trenes
que van por monorraíl, ¿será esa la causa de la soledad de algunas almas?
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